Una gran experiencia en el Festival Internacional de Publicidad Social
En el auditorium del Caixa Forum pudimos conocer las campañas publicitarias premiadas en las otras categorías, todas interesantes, originales y creativas. Tanto que algunas nos habría gustado haberlas hecho nosotros mismos... En la gala del Festival Internacional de Publicidad Social se entregó el premio de honor de Publifestival a Luis Bassat, nombrado mejor publicitario del siglo XX y fuente de inspiración para publicistas de varias generaciones.
Tras la entrega de reconocimientos a los jóvenes talentos, por fin pudimos salir a uno de los patios del edificio a disfrutar del catering y a felicitar a los demás premiados. Fue entonces cuando nos llevamos el mejor premio: fotografiarnos con el gran Luis Bassat y charlar unos minutos con él.
Mientras nos fotografiábamos le expresé la ilusión que me hacía el encuentro, pues fue hace casi veinte años. Viendo un vídeo en el que Bassat explicaba sus principios y su forma de entender la publicidad, cuando intuí por primera vez que acabaría vinculado a este mundo. “A mi me pasó lo mismo con Ogilvy” me contestó. Y con tanta jovialidad como amabilidad y energía, nos estuvo comentando que David Ogilvy lo apadrinó como su mejor discípulo. Nunca se sintió Don Luis mejor tratado que con Ogilvy. Nos contó cómo su caso fue el único dentro de la organización multinacional de Ogilvy Worldwide en que el director de un país era a la vez director ejecutivo y director creativo.
Cuando Ogilvy escribió su segundo libro “Ogilvy y la publicidad” (1983), lo llamó junto a otros tres creativos de distintas partes del mundo. Durante una semana se reunieron en la residencia francesa de Ogilvy, donde les fue leyendo el libro, atendiendo a sus correcciones y sugerencias, antes de entregar a la imprenta la versión definitiva.
Finalmente hablamos sobre sus vinculaciones con la provincia de Granada, sobre nuestra común fascinación por el arte contemporáneo. Bassat está a punto de inaugurar el museo dedicado a su colección en Mataró y nos despedimos felicitándonos mutuamente.
Tan gratificante resultó la conversación que cuando nos volvimos a buscar la estatuilla que nos entregaron en la gala, ¡había desaparecido!. Afortunadamente, apareció enseguida. Para el recuerdo nos queda este encuentro. Podríamos describirle con las mismas palabras con las que Herta, la esposa de Ogilvy, describió a su marido: “Un hombre muy simpático e idealista. Pero lo más importante fue que era muy curioso y bondadoso con mucha gente. Creo que esto es muy importante cuando estás creando una compañía. Si no quieres a la gente nunca vas a tener una compañía fuerte”.
Y así fue el Festival Internacional de Publicidad Social.